14 de octubre de 2007

¡Esto es Halloween!



En el cementerio, las garras de los muertos vivientes surgen de la tierra musgosa. En el campanario, las gárgolas han cobrado vida, sus ojos rojos fulgurantes y demoníacos. Los espectros del viejo caserón deambulan por los pasillos. En la noche aúllan los lobos y en el castillo el vampiro sale de su ataúd. La oscuridad se ha cernido sobre Venganza Tóxica. El Vengador se ha convertido en una siniestra calabaza. Un coro de niños muertos está cantando una espeluznante melodía. “En la ciudad que es mi hogar, el Día de Difuntos voy a celebrar. ¡Esto es Halloween!”

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Golpes, una brutal caida desde la ficticia tranquilidad de un cuarto empapelado en rosa. La visión de la terrible destrucción de su hogar y de su familia. Sangre y miedo feral a algo a lo que jamás habría soñado enfrentarse. Muerte.

La escena siguiente, tras las terribles experiencias vividas, no fue tan impresionante como pudo haber sido hace apenas una hora.
Un sonido atronador retumbó en la ciudad. Sonó a muerte y destrucción. De nuevo. La joven Becky parpadeó. La sangre de los cuerpos que había alrededor del coche, le estaba llegando a los pies, pero no se dio cuenta. La vibración entró por sus oídos y por todo su cuerpo, haciéndola temblar como una hoja. No se sabe hasta el punto que puede aguantar un cuerpo en situaciones extremas. Y menos la cordura de una joven de hoy día.
Jóvenes: Tan mimados y en una burbuja. Separados de cosas tan cotidianas como la muerte de sus familiares, más acostumbrados a verlo en la TV que en casa. Cuando la muerte se ha convertido en un tabú y te golpea de morros, impacta doblemente. Y más en las circunstancias que rodearon este cruento hecho.

El coche, renqueante como su dueño, siguió tras esta pausa, su huida desesperada. Huida hacia la lo desconocido. Que es algo de lo que más miedo da. Podría ser un principio...o un final.

Feliz día de difuntos.
Pi.

El Vengador Tóxico dijo...

Jodo, qué inquietante...

Ismael dijo...

Este espacio solo se puede visitar arrebujado en un edredón. ¡Qué miedo el anónimo cuentista, ojalá que vuelva a visitar este espacio!